domingo, 31 de maio de 2015

 Todas esas insignias hacen parte de un esfuerzo obtenido a largo de siete meses de estudio junto al  PDP 14 - Programa de Desarrollo Profesional ofrecido por la Universidad de la Rioja en España. 

Cada una de ellas trae un tema para refletirmos y trabajarmos en las clases.


 La investigación en el campo indica que los estudiantes aprenden y recuerdan más cuando están activa y personalmente implicados en el proceso de aprendizaje, es decir, cuando usan la lengua de forma significativa, además de cuando reflexionan sobre experiencias previas con el español. El aprendizaje de la lengua no puede ser exclusivamente mecánico, pues como indica De Andrés (2002) ese tipo de enseñanza no está conectada ni con el conocimiento previo ni con la experiencia, paso necesario para conseguir un aprendizaje efectivo.
La relevancia se consigue introduciendo el mundo real en la clase, convirtiendo la lengua en una herramienta de comunicación, de crecimiento, conectando el contenido con la vida del alumnado, con sus experiencias pasadas o futuras. En el enfoque experiencial la atención a los factores afectivos (proporcionar seguridad y confianza en el alumno, mediante la selección de objetivos, la reflexión y la autoevaluación, entre otros) es central para potenciar el aprendizaje lingüístico.




Las imágenes poseen una gran cantidad de funciones o aplicaciones tanto en el mundo real como en el del aula. Las imágenes son extremadamente influyentes.
La imagen se ha usado en clase como un apoyo para introducir las unidades
léxicas. Una imagen puede ilustrar un concepto rápidamente, y de manera memorable en los alumnos, si se escoge bien. También puede evitar las largas y enrevesadas explicaciones. Las imágenes también pueden actuar como estímulos clave para cierto tipo de tareas, tales como la narración de historias, ordenar y secuenciar eventos o unir la imagen con un texto.
 Los maestros deben ver la imagen como una parte integrante de su enseñanza y no como un mero accesorio o apoyo visual. Estamos cada día más rodeados de imágenes, nunca antes habíamos sido capaces de acceder y crear tal cantidad de imágenes en tan poco tiempo. Usemos este recurso para ayudar a la enseñanza y al aprendizaje lo mejor que podamos.



Si queremos que nuestros alumnos estén motivados para aprender el español, es de gran importancia tener en cuenta los aspectos afectivos en el proceso de enseñanza/ aprendizaje.

Para Schumann (2000: 60), la motivación del estudiante depende mucho de las evaluaciones que hace de la situación del aprendizaje de la lengua, según cinco aspectos: que la tarea sea novedosa (pero también algo familiar), que produzca agrado, que sea adecuada a los intereses del alumno y a sus objetivos, que sea algo que puede manejar y que sea compatible con su autoimagen y las normas socio-culturales.

La función principal del lenguaje es, sin duda, la comunicación; y el concepto de competencia comunicativa ha tenido mucha influencia en los programas de enseñanza de lenguas en la actualidad, donde la comunicación en la segunda lengua es a la vez la meta y un apoyo necesario para llegar a la meta. Participar en la comunicación requiere que los alumnos se involucren activamente, y por tanto, como profesores una de nuestras funciones es buscar maneras de lograr esta participación y promover la comunicación.



Situados en el contexto del aula de español como lengua extranjera, debemos tener en cuenta las virtudes y las características del espacio-aula, en la medida en que este espacio está estrechamente determinado por los sujetos o agentes sociales que allí se encuentran y reúnen. Con esto queremos decir que, potencialmente, el aula de E/LE representa un espacio físico muy concreto de lenguas e idiosincrasias que van a entrar en contacto. La clase de español no sólo constituye un foro en el que se transfieren los elementos lingüísticos de una lengua (o varias) a una lengua meta (el español), sino que, por aquello de la unión consustancial de lengua y cultura, en este espacio se transfieren también una serie de normas, valores o patrones culturales pertenecientes a comunidades sociales diferentes. El alumno que acude a nuestras clases para aprender español al mismo tiempo trae consigo su propio bagaje cultural. 




 La gamificación es una técnica que el profesor puede emplear en el diseño de una actividad de aprendizaje introduciendo elementos del juego (insignias, limite de tiempo, puntaciones, dados, etc) y su pensamiento (retos, competición, ranking…) para enriquecer la experiencia de aprendizaje, dirigir y modificar el comportamiento de los alumnos. Es la utilización consciente de aquellos elementos del juego que consiguen solucionar problemas de aprendizaje tales como la dispersión, la inactividad, la no comprensión o la dificultad. Los rasgos de la naturaleza del juego, como experiencia de aprendizaje, pueden contribuir a captar la atención así como a facilitar la capacidad de memorización y retentiva en la adquisición de habilidades y conocimientos de nuestros alumnos, haciendo de la acción de aprender una actividad más experiencial. Estas capacidades que practican mediante la actividad gamificada, una vez aprendidas, las pueden usar en contextos de no juego (el mundo real), es decir, cuando ese aprendizaje se vuelve necesario para la consecución de sus logros y propósitos. 

 Para el alumno, para el ciudadano que acude a nuestras aulas, lo importante es siempre la sensación de haber aprendido algo. Si colocamos estímulos provenientes del juego, como la obtención de insignias, pero no abordamos con ingenio una tarea de aprendizaje que aporte también algo de reto cognitivo, puede que la actividad gamificada, como cualquier otra actividad, carezca de interés para el usuario y termine consiguiendo lo contrario de lo que pretendía: desinterés, portanto debemos siempre tener cuidado con que lo ofrecemos a nuestros alumnos.



En las últimas décadas, el tratamiento de la gramática en la clase de lenguas ha pasado a ser uno de los temas más controvertidos en el campo de la lingüística aplicada. Es difícil estimar en términos generales cómo este componente se incorpora en el aula a día de hoy. Sin embargo, cabe decir que una de las tendencias que parece haber cobrado fuerza es la que aboga por dejar que la gramática se aprenda mayormente a través de la exposición a la segunda lengua, evitando la provisión de reglas explicitas en horas de clase para así mantener el enfoque en la comunicación.

No es de esperar que un alumno comprenda, recuerde y aplique una regla simplemente porque el profesor se la explicó. Hablar una segunda lengua es una habilidad compleja, y como cualquier otra habilidad física o mental, requiere práctica extensiva y de varios tipos. Por otro lado, no se puede practicar lo que no se ha aprendido todavía; por tanto, antes de comenzar a corregir errores tenemos que asegurarnos de que el alumno tiene un conocimiento de cómo funciona el elemento lingüístico sobre el que hemos hecho la corrección. Si no ha entendido la regla bien, la práctica va a ser muy difícil, y solamente corregir los errores llevará a la frustración.

A continuación, a la hora de decidir cómo y cuándo enseñar qué elementos de gramática y cómo y cuándo corregir qué errores deben tenerse en cuenta las características del alumno individual o del grupo que tenemos en clase. Por un lado, los alumnos con más aptitud lingüística necesitarán menos explicación; el tratamiento explícito deductivo es más esencial para los alumnos menos fuertes (Erlam, 2005). Por otro lado, dado que procesar explicaciones explícitas durante la corrección de errores exige más recursos mentales sólo será útil para los alumnos más fuertes (Sheen, 2007).
Para concluir, reiteramos la necesidad de que la gramática sea funcional. No tiene sentido enseñar mucha gramática los lunes y martes, hacer un examen los miércoles o jueves, y “simplemente conversar” los viernes. La gramática del lunes sólo tiene sentido si se puede practicar el viernes, y la conversación del viernes es práctica útil sólo si se aplica la gramática del lunes y del martes – y de la semana anterior.


La prensa está llena de noticias negativas sobre la enseñanza: salarios bajos, aulas masificadas, mucho papeleo y altas tasas de abandono (Seidel, 2014). ¡Hay tantos desafíos! ¿Cómo es posible entonces un nivel de satisfacción personal tan alto? Los profesores encuestados por Gallup dijeron que consiguen “emplear todas sus fuerzas y hacer las cosas lo que mejor saben” en su trabajo, cada día. Esa es la respuesta: una fuerte motivación que nace del interior. Para los profesores, hacer lo que mejor se les da implica la interacción diaria con las personas más complicadas, diversas y ruidosas de este planeta: los alumnos.

Sin embargo, con tantos enfoques creativos por ahí, ¿por qué hay tantos alumnos que se quedan fuera del aprendizaje? ¿Por qué tantos alumnos se describen a sí mismos como distraídos, aburridos o desinteresados? ¿Hay un secreto motivador que funcione con estudiantes de todos los estilos de aprendizaje, grupos socio-económicos y niveles de interés e intelecto?

«Las recompensas no son más útiles para fomentar el logro de lo que lo son para inculcar buenos valores. Al menos dos docenas de estudios han mostrado que las personas que esperan recibir un premio por la realización de una tarea (o por hacer algo exitosamente) simplemente no obtendrán tan buenos resultados como aquellas personas que no esperan nada.»
                                                                                                                           (Kohn, 1994)
Establecer clases productivas e interactivas mejora la planificación y la implantación coherente de buenas prácticas y actividades de aprendizaje activo. En un entorno de pertenencia los alumnos usan sus nuevas destrezas lingüísticas satisfactoriamente para descubrir que el aprendizaje puede ser divertido, desafiante y atractivo.

¡Fue un estudio muy gratificante! Voy a aplicar cada vez mas y mejor mis nuevos conocimientos y ideias vividas en ese curso. Muchas gracias.